sábado, 24 de abril de 2010

PARA TODO TRABAJO

PARA TODO TRABAJO
Elvio Romero

Para todo trabajo,
señor,
fieros y competentes en puntear las reses
y en talar quebrachales,
repuntar en los montes la cerrazón del alba,
regar las hortalizas secas en el verano,
desbravar alazanes indomables,
apagar la humareda del noroeste triste.

Para todo trabajo,
Señor.

Venimos
de los atajos hondos,
de los gritos tajantes en las encrucijadas,
de torvos sucedidos en madrugadas altas
de luceros,
del filo servicial de los puñales,
de aguaceros calientes, obrajes y fronteras.

Para todo trabajo,
Señor;
seguir, rastrear las huellas
de jaguares cebados en un silencio oscuro,
pastorear las lluvias que apresan los follajes,
empujar las tormentas sobre las cordilleras.

Venimos
de medir el jadeo de las bestias;
del hambre, el hambre, el hambre, negro chacal del pecho,
de las llanuras áridas, sedientas,
del músculo asogado sobre un puño anhelante.

Para todo trabajo,
Señor.

Y para un día sacudir
la afrenta
y la orquídea de sangre en las palmeras,
y con mano afilada por serpientes corales
llamar a los descalzos,
y desgranar maíces de sonrisa amarilla
y a grandes pasos verdes apisonar los valles.

¡Para todo trabajo, señor!

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